domingo, 10 de abril de 2011

Ítaca

Siempre me he interrogado sobre mi capacidad de embelesar a gente inteligente.
Se ha producido a lo largo del tiempo y con gentes y ambientes muy diferentes.
Cuatro frases, cuatro silencios, me han abierto demasiadas puertas.
Una sóla acción o un momento desafortunado me las han cerrado definitivamente.
Pero, siempre, he encontrado una nueva rendija, nuevos ambientes en donde colarme.
Hasta ahora.
Y ahora, ese ahora maldito que siempre fue ahora, cuando debería ser pleno, me siento más vacío que siempre jamás.
Quizás, en mi gilipollez culta, me suceda como a Ulises que, en su búsqueda del vellocino, obvió que éste se encontraba en su Ítaca natal junto a su fiel Penélope (¡Qué gran canción de Serrat).
Quizás necesito inventar aventuras nuevas para seguir viviendo,
quizás sea el momento de abandonar este purgatorio...
quizás.
Sea como fuere, será.
Y a las ocho un bizcocho.

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