sábado, 19 de mayo de 2012

Ansiedad

Érase un hombre a una pantalla pegado.
Un hombre vulgar pero subyugado por las historias que en aquella pantalla leía.

-Piensa chiquillo. -Se decía.
-¿Qué has de hacer del resto de tu pobre vida?
-Tus grandezas son miserias, tus verdades son mentiras.

Y pensaba y seguía pensando.
Y leía y seguía leyendo.
Buscaba nuevas historias.
Y volvía a regurgitar los pensamientos.
Hasta humaredas salían de su blanca pelambrera.
Una mitad de esas humaredas era debida a la incesante masacre de cigarrillos,
la otra mitad era producto del humo del continuo quemar de varitas de incienso.

-¡Quiero volver a vivir el pasado! - Se decía.
- Eso no es posible! - Le apuntaba una voz interior.

Pero nuestro hombre se obstinaba. Y seguía maquinando.
Andaba y desandaba mil veces el camino según fuera viendo noticias de otros hombres o mujeres en este mismo trance, de las advertencias de los amigos o de los consejos de los enemigos.

La decisión era dura, el camino largo, las posibilidades de éxito se tornaban mínimas.

-Piensa chiquillo, ¿qué has de hacer con tu pobre existencia?. El tiempo aprieta, la Parca llama.

El alborear del día sorprende sus pensamientos y el largo ayuno de sueño y los efluvios evanescentes del alcohol hacen el resto.

El hombre a una pantalla pegado reposa su pesada carga justo a los pies de su  pantalla amada.

Y sueña. Sueña cosas muy raras: monstruos, hadas, brujas, princesas, castillos y ciénagas se mezclan en ellos. Todo se vuelve confuso y cuando se prevé próxima solución... una mala postura y el exceso de líquido ingerido le hacen desperezarse de ese confuso sueño.

Con paso cansino, rutinario, se dirige hacia el lugar donde aliviará sus penas.

Concluida  su relajación se desploma en una de las camas de sus cuartos. Nuevos sueños.

Vuelven a aparecer los monstruos, las hadas buenas, las brujas malas, las princesas, los castillos, los lupanares, el mundo al fin.

Y sueña y sueña. Malditos sueños.

-¡Pepe, ya llegan los niños. Es la hora. -Intenta volverle al mundo real su mujer.

¡Y comienza un nuevo día!